La Adoración
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La palabra es asombro, admiración. En el fondo, el asombro es un desprendimiento, un salirse del centro de sà mismo, de las ataduras, apropiaciones y adherencias mediante las cuales el hombre se unce a su argolla central y se enlaza a las criaturas. Sólo el asombro puede sacar al hombre de su aislamiento egocéntrico, liberarlo de la autocomplacencia y la autosuficiencia. Se necesita estar libre de sà mismo para poder admirar.
Como siempre, la cuestión es una sola: la pobreza. Pobre y libre: libre de sà mismo y de cualquier apropiación, no sólo para renunciar a poseer, sino también para liberar energÃas unitivas, dormidas y aletargadas; y, asÃ, dar curso libre al anhelo de comunicación universal. Pobreza para cavar pozos interiores, para abrir espacios libres para una gran acogida. La pobreza, pues, en lugar de estrangular las potencialidades afectivas y admirativas, las abre en una expansión de horizontes abiertos.
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ExtraÃdo del libro “ Salmos para la Vida de padre Ignacio Larrañaga