- Fundación TOVPIL

- 20 oct 2023
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Comenzando por la casa
La única manera de amar realmente al prójimo es reconciliándonos con nosotros mismos, aceptándonos y amándonos serenamente. No debe olvidarse que el ideal bíblico se sintetiza en “amar al prójimo como a sí mismo”. La medida es, pues, uno mismo; y cronológicamente es uno mismo antes que el prójimo. Ya constituye un altísimo ideal el llegar a preocuparse por el otro tanto como uno se preocupa por sí mismo. Hay que comenzar, pues, por uno mismo.

Y ser feliz quiere decir, concretamente, sufrir menos. En la medida en que se secan las fuentes de sufrimiento, el corazón comienza a llenarse de gozo y libertad. Y sentirse vivo ya constituye, sin más, una pequeña embriaguez; pero el sufrimiento acaba bloqueando esa embriaguez.
En la medida en que el hombre consigue arrancar las raíces de las penas y dolores, sube el termómetro de la embriaguez y del gozo vital. Vivir, sin más, ya es ser feliz.
Si conseguimos que la gente viva, la fuerza expansiva de ese gozo vital lanzará al hombre hacia sus semejantes con esplendores de primavera y compromisos concretos.
Extraído del libro “Del sufrimiento a la Paz” de padre Ignacio Larrañaga




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