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Novedades Fundación TOVPIL

Libre y Feliz


El abandono hace vivir en alto voltaje la fe pura y el amor puro. Fe pura, porque atravesando el bosque de las apariencias descubre la realidad invisible, fundante y sustentadora. Amor puro porque se asumen con paz los golpes que hieren y duelen.

El abandono hace vivir permanentemente en espíritu de oración porque en cada momento de la vida nos llegan pequeñas molestias, decepciones, frustraciones, desalientos, calor, frío, dolor, deseos imposibles... y todo esto el hijo amado lo va relacionando con el Padre amante. La vida misma, pues, obliga al hijo “abandonado” a vivir perpetuamente entregado, nadando siempre en completa paz. El mayor disgusto se esfuma con un “hágase tu voluntad”. No hay analgésico tan eficaz como el abandono para las penas de la vida.


En este camino se muere con Jesús para vivir con el Padre. Jesús murió a “lo que yo quiero” en Getsemaní para aceptar “lo que Tú quieres”. El “abandonado” muere a la propia voluntad que se manifiesta en tantas resistencias, apaga las voces vivas del resentimiento, apoya su cabeza en las manos del Padre, queda en paz y vive allí, libre y feliz.


Del libro Muéstrame Tu Rostro de Padre Ignacio Larrañaga

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