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La inmaculada Concepción
Según mi apreciación personal, el argumento bíblico más fuerte, aunque indirecto, sobre la virginidad perpetua de María radica en el hecho de que Jesús, al morir, entrega a su Madre a los cuidados de Juan.
Si María hubiese tenido más hijos, hubiera sido un absurdo, desde el punto de vista afectivo y jurídico, entregarla a los cuidados de un extraño, estableciendo, además con él (Juan) una relación maternofilial. Y a pesar de que este episodio (Jn 19, 25- 28) encierra también un significado mesiánico, como explicamos ampliamente en otro momento, no excluye en Jesús la intención de un encargo familiar, y así lo interpretó Juan, ya que “la recibió en su casa” (Jn 19, 27).

Para mí, este hecho tiene una fuerza incontrarrestable, aunque indirecta, sobre la virginidad perpetua de María.
¿Qué decir, entonces, del voto de virginidad perpetua? Hoy día va tomando cuerpo con fuerza cada vez más creciente entre los mariólogos, la idea de que la decisión de vivir en virginidad la habría concebido, decidido y formulado después de la anunciación. Personalmente, me parece muy acertada esta intuición, a partir de nuestros conocimientos sobre la personalidad de la Madre.
Del libro “El silencio de María” de padre Ignacio Larrañaga




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