Felices los que escuchan la Palabra
El grano de mostaza es una simiente realmente diminuta, apenas visible. La siembran, nace y se va levantando hasta transformarse en el más tupido de los arbustos, donde las aves ponen holgadamente sus nidos. Salió el sembrador, y arrojó un puñado de granos de trigo en la tierra; llegado el verano, los encontró transformados en doradas espigas. Asà es la Palabra.
Felices los hijos que tienen una madre solÃcita, pero mucho más los que escuchan la Palabra y la ponen en obra. El Reino es un vino nuevo y ardiente, un fino tejido recién salido del telar.
Como una onda inmensa, el amor del Padre se expande sobre el mundo y envuelve y abraza a todas las criaturas: he aquà el motivo definitivo de la alegrÃa y la razón de la seguridad y libertad de los hijos de los hombres, y especialmente de los más desvalidos.
Extractado del libro Del sufrimiento a la paz de Padre Ignacio Larrañaga