- Fundación TOVPIL
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Certeza
Sin duda, la fe, de parte de Dios, es don, el primer don. Pero, según me parece, de parte del creyente hay un hermoso y fundamental acto de gratuidad. Es gratuito de parte del creyente porque, para dar esa adhesión vital, no dispone de motivos empíricos ni de razones aquietantes. En plena obscuridad, se lanza a los brazos del Padre, a quien no ve, sin tener otro motivo y otra seguridad que su Palabra. Hay mucha gratuidad (y mérito), de un creyente, en el acto de fe. Y, repetimos, es el máximo acto de amor.

De todo lo dicho se desprende claramente que la fe adulta no es principalmente adherencia intelectual a las verdades, doctrinas y dogmas sino adhesión vital y comprometedora a una Persona. Se trata de asumir una Persona, y, al asumirla, se asume también toda su Palabra que condiciona y transforma la vida del creyente.
Fe significa no sólo tener por verdadero algo, ni tampoco mera confianza.
Creer significa decir amén a Dios, afianzarse y basarse en él.
Creer significa dejar a Dios ser totalmente Dios, o sea, reconocerlo como la única razón y sentido de la vida. La fe es, pues, el existir en la receptividad y en la obediencia.
Extraído del libro “Muéstrame tu rostro” de padre Ignacio Larrañaga
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