- Fundación TOVPIL
- hace 13 minutos
- 1 Min. de lectura
Poema de Gratitud al Señor*
Han pasado 50 años. Parece que era ayer, una mañana de nieve. Jesús tomó la bandera y se puso en camino; yo comencé a andar detrás de Él.
¿Qué hora es, hermanos? ¿Viene la aurora?
La unción, con todo el peso de la dulzura, descendió sobre mi alma, nido de ilusiones, campo inagotable de ensueños. Como las estrellas se precipitan en el abismo, así mil gracias y dones del Altísimo descendieron hasta las profundidades de mi ser por las manos del bendito anciano Monseñor Delgado. Y yo inicié mi andadura: caminos de asombro y ternura. Aquel día fue como el primer día de la creación, un estallido de gozo que yo hubiese querido sorberlo hasta la última gota, pero no fue así.

Hubiese querido encontrarme aquel día, y aquel mes, y aquel año en una cumbre inaccesible de la más alta montaña del mundo con mi amado Jesús, diciéndole: quiero coronarte con una guirnalda como rey de mis mundos; quiero cantarte a la luz de cada mañana hasta que asomen las estrellas, quiero remar en tu barca hasta llegar a la playa; quiero que mi amor sea eternamente fresco y puro como la lluvia. Oh, mi Jesús: me gustaría prenderme de ti y abrazarte en un torbellino de pasión y alegría, sin jamás desprenderme. Hubiese querido que el tiempo se hubiese detenido ahí mismo, en ese día, como un viejo reloj, cansado y parado.
Fue un día único en los anales de mi historia. Hace 50 años.
* Padre Ignacio escribió este poema al cumplir 50 años de sacerdocio
Carta Circular N.15 de padre Ignacio Larrañaga
コメント