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Novedades Fundación TOVPIL

La fuente se llama Bien


Hermano Francisco —dijo fray León—, ¿cómo es posible reverenciar tanta cosa desacertada como hay en el mundo? Respóndeme, querida Ovejita de Dios, ¿has visto alguna vez que brote agua turbia en las altas vertientes de las cumbres cordilleranas?


Escribe con letras bien grandes, querido León: Si la fuente se llama Bien, todo lo que brote de allí será bueno. Levanta la piel de cada cosa y te encontrarás con la efigie de Cristo. ¿Has pensado alguna vez en la luz, hermano León? La luz es aquello que se difunde. Si no se difundiera, no sería luz.


Por una “necesidad” libérrima y amorosa, Dios reventó en una expansión universal y así se originó la creación. Pero al ir creando una por una todas las criaturas, las modeló según una imagen: el Verbo Eterno.

Qué dicha, hermano León, pensar que todas las criaturas son la fotografía del Señor. Todas las cosas son sagradas. Todo está bendecido y santificado juntamente con el hombre. Todo es bueno. Por eso te hablo de venerar lo que vive y lo que es. Y también por eso la cortesía se ha de extender no sólo a las cucarachas y las arañas sino también a las piedras y a los metales. La creación es un enorme sacramento de Dios.


Anota bien esto, hermano León: El hermano menor tiene que ser pobre y elegante al mismo tiempo. Limpieza, orden y pulcritud son los atributos de quien venera la silla en que se sienta, la mesa en que come y la ropa que viste.


Un verdadero pobre es un aristócrata. Los vulgares no son pobres. Cortesía, hermano León, no sólo hacia las personas sino hacia las cosas.

 

Extraído del libro “El Hermano de Asís” de padre Ignacio Larrañaga

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