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Novedades Fundación TOVPIL

La belleza de envejecer


Contra todo lo que se dice, el tiempo no pasa. Pasamos nosotros. Y pasando, el creyente llega al vértice del horizonte, momento en que el anciano se puebla, como dice la Biblia de “riqueza, de gloria y de una sólida fortuna” (Prov. 8, 18). Y extremando esta idea, podríamos afirmar que, siempre según la Biblia, es precisamente en esta alta vigilia cuando el hombre aparece vestido de seguridad, sabiduría y equilibrio.


La persona de edad mayor puede repetir en cada alborada “hoy es el primer día del resto de mi vida”.

Cada momento es un perenne presente en que estoy construyendo, piedra a piedra, el reino, como el atrio de “nuevos cielos y tierra nueva”, como la víspera de la plenitud y consumación de la “Parusía”. Por todo ello, bien podríamos decir que no existe la edad. Es como si todo estuviese comenzando hoy.


Entretanto estamos en el ahora, oportunidad favorable. Aunque la naturaleza no deje de desmoronarse, es preciso crecer en el espíritu con alegría, como lo describe admirablemente el Salmo 91: “Florecerá el justo como la palmera, crecerá como el cedro del Líbano. Florecerá en los atrios de nuestro Dios, fructificará aún en los días de ancianidad, días que estarán llenos de savia y de verdor”. Es un horizonte resplandeciente para cualquier creyente anciano.


Extraído del libro “Las fuerzas de la Decadencia” de padre Ignacio Larrañaga.

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