- Fundación TOVPIL

- 2 sept 2022
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El profeta de Nazaret

Por las aldeas diseminadas a la orilla del lago corrió la voz de que, en un determinado día de la semana, el profeta de Nazaret iba a actuar en la pradera que se extiende detrás del primer altozano, a la salida de Cafarnaún. Cuando llegó el día, y al ver Jesús a tanta gente reunida, sintió como si un vino añejo levantara olas en su corazón. No podía disimular su alegría. Había jardines en flor en sus ojos. Les mostraré —pensaba— las laderas más secretas de mi corazón, donde está escrito el nombre de mi Padre; les revelaré los secretos más recónditos de mi alma.
Comenzó a hablarles lentamente, con un cierto aire de suspenso mágico: —Hoy pueden suceder cosas nunca vistas —les dijo—: levanten una piedra cualquiera y se van a encontrar con el Padre. ¿Han visto alguna vez danzar al sol? Hoy lo pueden ver en las hojas de aquel limonero. Miren allá, a lo lejos, el lago. ¿No ven allí la risa de la luz? Hoy puede haber sorpresas: desde los rincones del olvido pueden venir a visitarlos los sueños y anhelos más escondidos de su vida. Anden con cuidado, porque desde debajo de la ceniza puede saltar una chispa capaz de incendiar el mundo. Dios cambió de nombre: ya no se llama Jahvé, se llama Padre. Y de El estamos hablando esta mañana. El Padre descansa a la sombra de los álamos y en el mar profundo de sus pensamientos. Nosotros no podemos ofrecerle más que lamentos y lágrimas, pero Él nos bañará en el mar de la ternura, y otra vez nos reiremos y seremos felices.
Del libro El Pobre de Nazaret de padre Ignacio Larrañaga




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