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Novedades Fundación TOVPIL

María en los meses de gestación


María no fue una gestante alienada. La pseudocontemplación aliena. Pero la verdadera contemplación da madurez, sentido común y productividad. Es verdad que María vive sumida en la presencia de Dios. Pero en esa presencia sus pies tocan la tierra y pisan firmemente. Ella sabe que tiene que sobre alimentarse porque de su alimento participa Aquél que va a nacer.


A la vez la presencia de Dios despierta, sobre todo, la sensibilidad fraterna. Y allá va la joven, rápidamente, a la casa de Isabel para felicitarla, para ayudarla en los últimos meses de gestación y en las tareas de parto. Y permanece allí por tres meses. Dioses así. Nunca deja en paz. Siempre desinstala. Siempre saca a la persona de sus propios círculos para lanzarla a los necesitados de este mundo, en servicio y bondad.

 

Nunca se vio una estampa maternal de tanta dulzura, ternura y silencio. Nunca se volverá a ver en esta tierra una figura de mujer tan evocadoramente inefable. Jamás verán los ojos humanos tanta interioridad. Todas las mujeres de la tierra, las que hubo y las que habrá, encontraron en esta joven gestante su más alta expresión.

 


Extractado del libro “El silencio de María” de padre Ignacio Larrañaga

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