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Novedades Fundación TOVPIL

La protección de Dios


En el intento en que nos hallamos de que lo divino y lo humano se den la mano, ahora llegamos al momento crucial.


¿Por qué, de qué manera la presencia de Dios (“yo estoy contigo”) desplaza y anula el miedo? La presencia divina no “ataca” directamente al miedo, sino a la soledad, madre del miedo.


Cuando el hombre abre los espacios interiores hacia Dios en la fe, en la oración; cuando siente que su solitariedad fría y vacía queda inundada por la cálida presencia divina; cuando percibe que su desvalimiento e indigencias radicales quedan neutralizados por el poder y la ternura de Dios; cuando el hombre llega a experimentar que ese Dios que le da tanta solidez es, además y sobre todo, su Padre, que lo envuelve como un manto y lo acompaña día y noche llenándolo de fortaleza y certidumbre…, entonces ¿miedo de qué? Dice el salmo: Si el Señor es mi fuerza y mi salvación, ¿a quién temeré? Si el Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?

El miedo ha desaparecido porque la soledad ha quedado poblada de Dios. Y en este momento, el ser humano comienza a participar de la omnipotencia divina. Como dice Pablo: ni la vida, ni la muerte, nada ni nadie podrá contra mí.


Volvemos a repetir: si el Omnipotente está conmigo, yo soy omnipotente.


Del libro “El sentido de la Vida”, de padre Ignacio Larrañaga.

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