- Fundación TOVPIL

- 11 ago 2023
- 1 Min. de lectura
La esperanza
La esperanza es la hija predilecta de Dios. Los fracasos nunca desalentarán a los hombres de esperanza. Después del primero, quinto, vigésimo o enésimo fracaso, la esperanza repite siempre lo mismo: no importa, mañana será mejor. La esperanza no muere nunca. Es inmortal como Dios. Los hijos del Evangelio gritan: “Es imposible derrotar el egoísmo”. La esperanza contesta: “Todo es posible para Dios”. Los hombres del evangelio: “El dinero es una máquina invencible”. La esperanza replica: “Sólo Cristo es invencible”.
Les parece que todo está perdido porque creen en las estadísticas, leen los periódicos, su fe está basada en las encuestas sociológicas, sólo creen en lo que se ve.
La esperanza responde: “Ustedes, hijos del combate y de la esperanza, ustedes están equivocados, porque miran al suelo.

Levanten sus ojos y miren allá lejos donde está la fuente de la esperanza: Jesucristo, resucitado de entre los muertos, vencedor del egoísmo y del pecado, Él es nuestra única esperanza.
Para no sucumbir al desaliento en los momentos en que no se ven los resultados, apóyense en el Inmortal por los siglos. Somos invencibles porque el Señor venció todos los enemigos. La única señora que quedaba en la tierra era la muerte. También ella fue vencida por el Inmortal.
Cristo, con su Madre y nuestra colaboración, irá arrancando las raíces de las injusticias, colocará los cimientos de la paz y comenzará a brillar el sol de la justicia.
Extraído del libro “El Silencio de María” de padre Ignacio Larrañaga.




Comentarios