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Novedades Fundación TOVPIL

La consolación del Padre


Padre Santo y querido: estoy debatiéndome a solas con mis sombras. Las heridas están abiertas, necesito el aceite de tu consolación, Padre mío.


Sé que no puedo llegar al alba sino por el sendero de la noche, pero dame la mano para la travesía. Cántame, Padre, una honda canción, quizás una canción de cuna, y la alegría volverá desde tierras lejanas.

Envíame un fuerte viento de popa: de nuevo levaré anclas, soltaré las amarras y partiré hacia alta mar. ¿Será que el viento dispersará las semillas sobre estepas estériles? Yo iré por delante sembrando; tú vendrás por detrás tocándolo todo con tu mano mágica, y hasta las ortigas y los espinos florecerán.


En mi camino de piedras, planta tú, Padre mío, hierbas aromáticas, tomillo, albahaca y menta. Aguas frescas manarán esta noche, y mañana habrá nieve sobre el Hermón, y aliento en mi alma; y, alegre, partiré de nuevo hacia el lago.


Del libro “El pobre de Nazaret”, de padre Ignacio Larrañaga

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