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Novedades Fundación TOVPIL

Jesucristo y la fraternidad


Las leyes universales del corazón son: buscar lo agradable y desechar lo desagradable, simpatizar con el encantador y entrar en choque con el antipático, amar al amable y aborrecer al insoportable. ¿Cómo será posible poner perdón allá donde el instinto reclama venganza?; ¿quién podrá poner suavidad allá donde el corazón exige violencia, y dulzura allí donde había amargura?


Sin Dios no puede haber fraternidad. Para que haya fraternidad es imprescindible invertir antes las viejas leyes del corazón y realizar una revolución en los impulsos espontáneos del hombre.

¿Quién hará esta revolución? Alguien que venga de fuera y se instale en el corazón: Jesucristo.


Sólo Jesucristo puede causar tan grande satisfacción que compense el costo de tener que morir para amar. Sólo aferrados a un Jesucristo vivo se puede tragar saliva, callar, ceder, dejar pasar, tener paciencia… sin Dios sólo nos amaremos a nosotros mismos, dando rienda suelta a todas las tendencias regresivas y agresivas del corazón.


Extraído del libro “La Rosa y el Fuego” de padre Ignacio Larrañaga.

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