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Novedades Fundación TOVPIL

El Dolor, camino de sabiduría


Si te detienes un momento, miras atrás en tu vida y reflexionas un poco, descubrirás que tantos acontecimientos dolorosos de tu pasado que en su momento te parecieron desgracias, hoy, al cabo de diez años, estás comprobando que te han traído mucha bendición, desprendimiento y libertad interior. Al cabo de los años han resultado ser, no desgracias, sino hechos providenciales en tu vida.


Lo que sucede es que este desprendimiento o comprobación sobreviene muy lentamente. Cuando el cristiano se encuentra de súbito con el sufrimiento, su primera reacción suele ser la rebeldía, “¿por qué?”, y la protesta es lanzada, en el fondo, contra Dios, sin tomar en consideración que Aquel a quien se dirige la protesta está en la cumbre del dolor, clavado en la cruz. Y la respuesta al porqué viene siempre de lo alto de la cruz.

Como el cristiano al principio está envuelto en el clamor y polvareda de la rebeldía, de entrada no llega a percibir esa respuesta pero, después de pasar cierto tiempo, al limpiarse la atmósfera interior de aquella polvareda emocional, el cristiano empieza a percibir claramente que no es una consideración teórica sobre el dolor sino una orden perentoria: “Ven, toma tu cruz y sígueme”. La salvación ya está a las puertas.


Cuando el cristiano, en ese caminar asociado al Cristo doliente, cesa en su rebeldía, toma su cruz, se entrega y adora, entonces hacen su aparición el sentido salvífico del dolor y el misterio redentor de la cruz. En este momento el dolor y la muerte son vencidos porque pierden su aguijón más temible, y el cristiano es visitado por la alegría y la paz.


Extraído del libro “El arte de ser Feliz” Capitulo VI de padre Ignacio Larrañaga

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