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Novedades Fundación TOVPIL

Canto al apóstol

¿Qué vientos empujan tu remo?

¿A dónde vas con tus brazos cuajados de estrellas

y tus ojos ardidos de sol?

¿Dónde te nacen las raíces eternas

del sueño, de la mirada y el amor?


Te vi encender con fuegos altos y agudos

los bosques internos del hombre

donde pastan la avaricia, el orgullo y la impiedad.

Te vi llegar hasta dentro del hombre

donde empieza la región de la niebla

y se pierden los caminos de Dios.

¡Cómo inundabas de resplandores rusientes

sus ojos de eterna noche!

Levanta tu voz de bronce, profeta,

como un torreón medieval,

contra la soledad muda de los hombres,

contra esa jauría de megalómanos

que en cada calle se levantan una estatua y un dios.

Mira que van a salir a tu camino

voces profanas de oriente y de luna

que quieren devorar tu voz de bronce, eternamente alzada.

Enciende esa estrella que llevan los hombres

apagada en la mitad de tu frente.

Han surgido ante tus ojos

infinitos caminos sobre espacios mudos;

y hay pozos de naufragio y duelo y muerte

que esperan cada tarde tu mirada de ansiedad.

Rompe esa voz, como un arpa, contra las ciegas luces

que ahogan el ángel del hombre

y enlutan su inocencia, sus ojos y su frente.

Acelera tu latido, que flotan

aires de impaciencia y urgencias de agonía.

Cuando se vuelque definitivamente tu cuerpo

por las pendientes de la muerte

se encenderá en las alturas un inmenso rosal

cuajado de rocío y de sol.


Del padre Jesús de Azpeitia (p. Ignacio Larrañaga), en Revista Vértice. Pamplona,1952.



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