- Fundación TOVPIL

- 4 jul
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Canto a la vida
Estamos invitados a disfrutar intensamente en el aparentemente estrecho horizonte de nuestra existencia, llenando constantemente las tinajas vacías. Gozaremos juntos a través de las generaciones, guardando el vino nuevo en toneles de roble. No seremos atrapados por la sombra del temor porque nuestra casa no es un ancla sino un mástil.
La vida se nos da gratuitamente, sin pedirla ni exigirla, ni nos explican el porqué de esta oferta.
Cada trozo de vida es un eslabón necesario en la amplitud del círculo vital. El anciano de hoy no es el adulto de ayer, y el adulto de hoy no es el adolescente de anteayer. No podemos beber de un sorbo la vida ya que todo es contingente: Nace y renace, y muda de forma, y todo se diluye como la corriente del río. Y cada momento de vida es diferente del que le precede y le sucede.

Comenzar a vivir significa abrirse a un horizonte ilimitado de posibilidades, iniciar un camino de futuro inabarcable. En este andar por la vida moriremos muchas veces, dejando de ser lo que somos, para iniciar nuevas etapas de múltiples posibilidades que nos esperan en cada fragmento, en que a cada decadencia sucederá una resurrección, porque la vida es así: nunca muere.
Extraído del libro “Las fuerzas de la decadencia” de padre Ignacio Larrañaga




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