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Novedades Fundación TOVPIL

La paciencia de Dios


“Escribe, hermano León: La perla más rara y preciosa de la corona de Dios es la paciencia. Oh, cuando pienso en la paciencia de mi Dios, me vienen unas ganas locas de estallar en lágrimas y que todo el mundo me vea llorando a mares, porque no hay manera más elocuente de celebrar ese inapreciable atributo. Y, en contraste, me acomete una tristeza de muerte cuando pienso que no he tenido esa paciencia con mis adversarios. Quisiera tenerlos ahora mismo aquí para postrarme de hinojos ante ellos y besarles los pies”.


“¡Oh, la paciencia de Dios! Hermano León, ésta mil veces bendita palabra escríbela siempre con letras bien grandes. No sé cómo decírtelo. Cuando pienso en la paciencia de Dios, me siento enloquecer de felicidad. Siento ganas de morir de pura felicidad”.

Repitió innumerables veces, como extasiado: “¡Paciencia de Dios!, ¡Paciencia de Dios!”


Fray León se contagió y comenzó también a repetir la frase a una con Francisco.


Al final, el Hermano Francisco dijo: “Sea la Hermana Madre Tierra testigo de nuestro juramento” —y, poniendo la mano sobre la tierra, añadió—: “Imitando la paciencia de Dios, nunca daremos entrada libre a ningún sentimiento de hostilidad contra nadie. Y que la Hermana Tierra nos demande si infringimos esta palabra".


Extractado del libro El hermano de Asís, de padre Ignacio Larrañaga

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