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Novedades Fundación TOVPIL

La certeza de la fe adulta

El acto de fe es un acto de voluntad por tratarse de una adhesión voluntaria. Pero allí donde una verdad o realidad que no puede ser comprobada analítica o empíricamente y donde, por otra parte, se ponen en juego los intereses de la vida, para entregarse a esa verdad o realidad que tanto compromete, se necesita mucho coraje y mucha voluntad.

El que está vivamente adherido a Jesucristo no tiene problemas intelectuales de fe. Los conflictos intelectuales comienzan cuando se debilita la adhesión vital a Jesucristo. De la vida nace la seguridad.

El creyente es seducido por la voz de Aquél que lo llamó desde la profunda y brillante oscuridad nocturna. El creyente saltó de sí mismo pisando tierra desconocida y sin ver nada. Abrió los brazos y se entregó al Señor, lo confesó, lo afirmó. Sin verlo, lo sintió. Sin sentirlo, lo aclamó. Le entregó las llaves del castillo, y se unieron en una alianza eterna. En este momento, se disipan las inseguridades. El cielo, la tierra, el mar, todo se cubre de certeza, una certeza como la de un atardecer. El creyente, de esa manera, queda confirmado para siempre en la fe.

Del libro Dios adentro de P. Ignacio Larrañaga

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